Yo, en medio de una ciudad ansiosa, no tenía nada que perder. O sí. Algo sí tenía que perder: eso que siempre anhelé y nunca fue mío. Esa mañana era la elegida para terminar de perder eso que nunca tuve, eso que siempre me hizo falta, eso con lo que tantas noches soñé.
Y es que vi el final antes de querer empezar
Una y mil noches soñé que me mirabas de esa manera en que la mirás a ella, una y mil noches soñé que me abrazabas tan fuerte como a ella, una y mil noches soñé que te reías junto a mí como te reís con ella. Pero yo soy sólo una soñadora. Los sueños se hacen realidad siempre, pero de la forma en que menos nos lo esperamos, por eso no podemos ver que se cumplen. Por eso detesto haber soñado con vos y tantas noches. Porque eso nunca va a pasar así como lo soñé. Porque no vas a estar ahí para compartirte mis sueños.
Soy un soñador pero cuando despiertono puedes romper mi espíritu porque - son mis sueños los que te llevas. Y si cambias, recuérdame. Recuérdanos, así como todo lo que solíamos ser.
Cada vez que se ahonda la herida en mi corazón, recuerdo todos esos momentos en los que te perdías en mi mirada, esos momentos en los que no importaba nada más que sonreírnos; esos momentos en los que tomabas mi mano, aunque con inseguridad; esos momentos en los que me di la vuelta y te encontré mirándome.
Yo sé que sí, pero no. Yo sé que pudiste quererme, pero te negaste a hacerlo. Recuerdo que una vez me dijiste te quiero, pero después huíste.
¿Te decepcioné o te fallé? ¿Acaso tengo que sentirme culpable o debo dejar que me enjuicies?
Así como vos elegiste huir, acobardarte y decir NO, yo hoy voy a verte a la cara y voy a decirte: sí, pero no. Sí te quise y quiero, pero no te tengo y nunca te tendré. Hoy se termina todo, hoy empieza tu fin. ¿Es eso cierto? ¿Seré capaz? Si es mentira, sólo mi corazón y mi conciencia lo saben. Si tan sólo pudiera llegar a querer olvidarte, lo haría. Pero lo que siento me impide quererlo. No quiero olvidarte, no puedo olvidarte ni dejarte atrás. Pero voy a hacerte creer que sí.
Bajé de mi auto y elegí caminar. No sabía dónde estabas ni adónde ir, pero estaba segura que mi corazón iba a llevarme con vos si lo dejaba libre.
Mientras caminaba, iba eligiendo las palabras para anunciarte el olvido, aunque no te interesara saberlo, para mí era importante. Quería contarte por qué había cruzado la ciudad mojándome sólo para encontrarte. Quería mirar la forma y el color que tomarían tus ojos al saber que no me volverías a ver. Quería despedirme de tus dos ojos verdes que disponen e imponen.
Recorrí todo rincón de la ciudad y no te encontré. Volví a mi auto, me senté, me relajé y empecé a pensar. ¿Dónde estás? ¡Te necesito! ¡Quiero despedirme de vos! Quiero recuperar mi vida como era antes de conocerte. ¿Dónde estarás corazón?
De pronto recordé que un día me llevaste a un lugar y me dijiste que siempre te quedabas ahí cuando llovía porque esa era "la mejor terapia del mundo". Un lugar solitario y hermoso.
Ahí te encontré. Bajé rápido de mi auto para ir a buscarte... Pero me di cuenta que no era la manera, y caminé lentamente hacia tu persona. No te hizo falta mirarme para saber que era yo. Supongo que ese rincón del mundo era un secreto.
-Te busqué por toda la ciudad sin rumbo, hasta que tuve la seguridad que estarías acá -te dije.
-A veces el silencio dice más que un discurso -me respondiste.
-A veces una mirada dice más de lo que quisiéramos.
Te miré fijamente. El perfil de tu cara me puede. Por fin me miraste a los ojos y susurraste:
-Sé por qué estás acá. Se escucha tras tus palabras cuando hablás.
Me sonrojé. ¿Por qué tengo que olvidarte, si sos más de lo que hubiera pedido en mil vidas?
-Es que mi corazón lo grita. Quisiera decírtelo, pero no sé cómo.
-Lo sé. Te espero. Tengo todo el tiempo del mundo para esperarte.
Así que con todo derecho tomé lo que era mío. Te robé el alma al adentrarse la noche.
-Vine a decirte una cosa nada más. Vine a decirte que sí, pero no. Vine a decirte que viste el amor que se acercaba y huíste, lo evadiste. Dejaste que me estrellara contra una montaña. Pero aún así, no tenés la culpa. Lo único de lo que te puedo culpar es de haberte robado mi alma y mi corazón. Por lo tanto, vine a decirte que sí, que te quiero y siempre te querré, pero no te tengo, y jamás te tendré.
-No te entiendo.
-Mentira. Vos sabés muy bien de lo que estoy hablando.
-No puedo tenerte conmigo. Pero tampoco quiero que te vayas.
-No quiero irme, pero tampoco puedo quedarme.
Dejamos paso al silencio. Ambos sabíamos que esto era el final.
-La mejor forma de decidirlo es llevándolo al límite. Compré dos pasajes de avión para viajar a Francia. Uno lo voy a usar yo mañana. El otro lo voy a dejar en tu oficina en el World Trade Center.
Siguió mirando el paisaje. Yo me encaminé hacia mi auto bajo la lluvia fría. Sin que me diera cuenta, corrió, me dio la vuelta, se puso a un centímetro de mí, dejó que sintiera el perfume de su piel, y luego me besó de la forma más dulce que haya existido. No podía negarme a él. Pero cuando se acabó, lo miré y seguí de regreso a mi vehículo, dejándolo atrás. Antes de subirme, le dije: "vos decidís".
Volví a mi casa, liberada pero ansiosa. Sabía que al día siguiente se decidiría mi futuro. Me costó dormirme, pero lo logré bien entrada la noche.
Un rato después de amanecer me levanté. Me di una ducha, me vestí y desayuné. Salí de casa y, con seguridad de la decisión que había tomado, fui con mi pasaje al aeropuerto. Esperé allí por horas a que vinieses, y nunca te vi llegar. Abordé el vuelo y me instalé en Francia.
Viví allí un año exactamente. El 11 de septiembre de 2002 volví, por nostalgia. Quise ir a saludarte, a saber qué había sido de tu vida en ese año.
En tu casa me recibió tu madre, pero estaba algo distinta a como la conocía. Le pregunté por vos y se le empezaron a caer las lágrimas. Me asusté. Y cuando me contó todo, lloré como nunca antes. Fuiste a tu oficina en el World Trade Center, pero nunca volviste.
Me di cuenta que el amor es ciego cuandome cegaste el corazón. Besé tus labios, sostuve tu cabeza,compartí tus sueños.
Fui a llevarte flores al cementerio. Dejé salir todas las lágrimas que tenía adentro con libertad. Cuando quise acariciar tu foto incrustada en el mármol, tuve una visión.
Narra Él.
Me dormí y me levanté un poco tarde. Ya sabía lo que quería, así que me levanté, me vestí y tan rápido como pude llegué a la oficina. Tuve que esperar media hora hasta poder entrar porque la noche anterior la habían cerrado con llave y esta mañana nadie podía encontrarla para poder abrir la puerta. Un conserje me ayudó con una llave maestra. Ahí estaba el pasaje. Seguro ella, mi jefa, mi boss, lo había dejado sobre la mesa y había cerrado la puerta para que nadie pudiera cambiarlo de lugar o robarlo.
Feliz y contento del futuro que me esperaba al lado de la mujer que empezaba a amar, agarré el pasaje, lo miré, y salí de la oficina. Me quedé mirando el cielo a través de los ventanales del pasillo.
De un momento a otro se llenaron de adrenalina mis venas. Un avión venía directo hacia mí, se iba a estrellar, iba a causar una tragedia. Pero no fui capaz de hacer nada. Sólo pasaron por mi mente todos los momentos que había compartido con ella. Y todos los sueños que tenía para vivir juntos.
Cuando el avión chocó contra mi torre, mi vida de a poco se fue desprendiendo de mi cuerpo, y mi alma empezaba a volar. Con el último soplo de mi corazón, llegué a susurrar su nombre. Ojalá un día sepa todo lo que aprendí a amarla en tan poco tiempo.
Vuelve a narrar Ella.
Fui completamente feliz en ese minuto que duró la visión. Él iba a venir conmigo. Él había comprendido mi amor. Y después se desgració. Pero ya no iba a volver... Nunca.
Es por eso que detesto soñar con él tan dulcemente. Porque jamás va a ocurrir así como lo sueño.
Dejé que lo oscuro se llevara mi luz y mis colores, y sólo quedara un apagado gris.
Puede que se haya terminado pero esto no ha acabado aquí. Estoy aquí por si te interesa saberlo. Tocaste mi corazón, me llegaste al alma. Cambiaste mi vida y todas mis metas.
Y aún sujeto tu mano con la mía, en la mía cuando estoy durmiendo. Y sufrirá mi alma en el momento en que me arrodille a tus pies.
Adiós amante mía. Adiós amiga mía. Fuiste la única, fuiste la única para mí.
Estoy vacío, cariño, estoy vacío.