domingo, 16 de octubre de 2011

Cómo decir soledad...

Qué difícil olvidarte, soledad, que me abrumas y me envuelves.
Qué fácil encontrarte, cuando en esos verdes ojos sólo ves indiferencia.
Qué lindo despedirse de ti, soledad, cuando suaves destellos afloran en sus ojos.
Qué dolor causas cuando te veo de frente.
Cuán frecuente te haces presente, como si algún día fuera a olvidarte... Ojalá eso fuera posible.
Pero no te puedo echar yo sola... Se necesitan dos manos más, y por ende, alguien más.



Hoy me dijeron: ¿tenés ojos celestes, no?

Naturalmente, respondí que no:

-No, son verdes, pero cambiantes.

Quien me lo había dicho se sorprendió y le expliqué por qué y bajo qué condiciones cambian. Por eso a veces se notan más claros, con un tono más verdeazulado, otras veces claros con tendencia a un color miel, y en algunas ocasiones son puramente verdes, sin ningún matiz extra.


Estos últimos días estuviste feliz. Tus ojos eran verdeazules con una veta verdosa hacia el centro. Pero cuando te conocí, era completamente al revés. Tus ojos estaban teñidos de un verde claro que se iba azulando hacia el centro.

Ya que no puedo leer tu mente, al menos quiero leer tus ojos, que dicen más de lo que vos esperás. Ojalá viera algún día tu pupila dilatarse cuando te miro.

Aquella vez que te lanzaste a abrazarme sin reparo en todos los demás, tus ojos eran puramente verdes. Y claros. Pero los días que sentí tu desagrado, no dejaste que viera tus ojos. Porque no me veías de frente o porque mirabas hacia otro lado. ¡Qué difícil adivinar!

No sé por qué esos dos ojos fulgurantes me atraen tan poderosamente. O sí sé. Pero no quisiera, porque ninguno de esos destellos fue por mi causa, porque ellos son la llave de mi libertad, y sin su ayuda no voy a poder escapar de mi cárcel.

Quisiera poder descrifrar la clave que se esconde tras tus ojos, y volver a ver el sol. Me pierdo en ellos, buscando lo imposible, mientras tu sonrisa intenta distraerme. Y muchas veces lo logra, tal vez sea por eso que aún no he encontrado la llave. O tal vez ya no tengo que buscar nada, porque encontré mi libertad el día que te conocí. Es una lástima que esa libertad no me permita escapar de la soledad, sólo teniendo tus ojos siempre frente a los míos voy a poder abrir esa puerta y volver a ver el sol.