domingo, 7 de agosto de 2011

Entre el descaro y la ironía

Entre el descaro y la ironía me sonreíste ese día.

Me miraste con esa media sonrisa un poco descarada, un poco irónica, un poco compradora. Me quedé helado, atónito porque tu única respuesta a mi confesión del amor que siento por vos fue esa media sonrisa.

Con tu caminar lleno de gracia te fuiste, sin decirme una sola palabra. Yo no elegí amarte. Ni elegí tu desamor. Yo no elegí que fueras vos. Ni elegí ser yo. Lo único para lo que tuve la libertad de elegir fue decirte la verdad. Y más allá de haber sido lo mejor, porque ahora me siento liberado, me confirmó lo que temía: que no soy ni siquiera insignificante en tu mundo. No existo. No me registrás. No me conocés ni pretendés conocerme. Paso a tu lado todos los días, y jamás me ves. Siempre te encuentro mirándome, pero nunca me ves, nunca llegás a ver el alma que se esconde tras mis ojos. Me hablás y me escuchás cada amanecer, pero no podés leer lo que no digo. Desde ya te aviso: lo cierto de mí, la consistencia de mi alma, lo profundo de mi ser, está totalmente abierto a tus sentidos, pero tené en cuenta que es algo que no podés ver ni leer con los ojos, que no podés escuchar con los oídos, que no podés tocar con tus suaves manos, que no podés oler en el aire, que no podés adivinar ni intuir. Es algo que sólo se puede sentir.

Se siente junto con la música que te hace viajar a tu interior, se percibe con la brisa que roza tu cara, se ve con el amanecer y el atardecer, se toca en cada gota de lluvia, se escucha en cada silencio, se aprecia en cada sonrisa...

A pesar de todo, esa sonrisa descarada e irónica fue la mejor respuesta. Aún mejor que cualquiera que yo hubiera estado esperando. Mientras yo necesité un discurso para contarte un sólo sentimiento, vos con una sonrisa describiste todas las emociones que te suscitó mi confesión. Y después, el silencio. El silencio que permite que todo se escuche. ¿Qué más queda después de él? La distancia. Y en ese orden, empezaste a caminar con la gracia que te caracteriza. Tu mirada fija clavada en la mía, la solución dibujada en tus labios, el silencio y la distancia, fueron la mejor respuesta a la pregunta que nunca te hice.

Hoy, que puedo pensar mejor las cosas, me doy cuenta que por esa sonrisa me gané tu corazón, y por la misma sonrisa, te perdí, en ese instante. Por una fracción de segundo fuiste mía, y por una fracción de eternidad voy a llorar tu pérdida. Pero más allá del tiempo voy a amarte.

Entre el descaro y la ironía... Entre el descaro y la ironía... Repetí incansablemente con cada recuerdo tuyo.



Entre el descaro y la ironía...